Los programas de correo electrónico pueden configurarse para que, cuando se responda a uno concreto, este se copie automáticamente al final de la respuesta. Normalmente, se puede escoger también el tipo de marca con el que aparecerá el texto reproducido (por ejemplo, distinto color, o ángulos > precediendo cada una de sus líneas).
En general, es muy conveniente mantener la copia del correo original en la respuesta, aunque en intercambios muy largos esto pueda significar acumular tras el mensaje nuevo (que puede ser un simple “De acuerdo”) toda una ristra de mensajes anteriores.
La razón es que de esta forma se mantiene en un solo documento todo el historial de esa correspondencia, y uno tiene siempre a mano los mensajes anteriores, propios y ajenos, para su referencia o cita.
Además (y en la vida de los medios digitales no hay que descartar nada), puede que una catástrofe en nuestro equipo o en la copia de respaldo nos prive de parte de nuestra correspondencia, y no sería la primera vez que las copias internas al final de alguno de los correos nos permitan reconstruirla parcialmente.